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La cultura musulmana y su religión prohíben el consumo de alcohol a sus feligreses y también buscan desalentarlo en los visitantes de las diferentes culturas. Este tema generó mucha polémica, quizás más que la de los atropellos a los derechos humanos que ocurren en el país anfitrión de la Copa del Mundo, cuyo gobierno debió conciliar al menos en el tema de dicho consumo. Por ese motivo, habilitó lugares en el predio oficial para tomar cerveza en Qatar, y también a algunos restaurantes internacionales.

Esta situación lleva a realizar un verdadero peregrinaje a quienes desesperan por una “birra helada”. Y teniendo en cuenta el calor de Qatar, imaginemos la avidez por esta fresca y estimulante bebida, que impregna a toda la cultura occidental y a las del oriente asiático.

Este peregrinaje al “lugar sagrado” en el que se expende la “birra” requiere de un recorrido de varios kilómetros en autobús o metro para dar cumplimiento al ritual sagrado de la “birra bien fresquita”.

Ahora bien, en el largo recorrido y la espera para ser atendidos, la espirituosa bebida no suele llegar tan fresquita.

Los feligreses de la “birra” no sólo se conforman, sino que también y para evitar nuevas esperas y largas colas, compran en cantidad, mientras aprovechan a mirar por las pantallas gigantes los partidos del Mundial. Por cada vaso de cerveza se pagan cerca de catorce dólares.

Budweiser, el gigante estadounidenses, ha montado sus puestos en el predio oficial ya que a pocos días del inicio de la Copa del Mundo, por orden del emir Tamim bin Hamad Al Thani, Qatar cambió de planes y prohibió el expendio de cerveza en puestos alejados de cada cancha que albergan los partidos del Mundial, ignorando el acuerdo con la FIFA para que la bebida pueda adquirirse en hasta dos horas antes del inicio de cada partido y una hora después de finalizado el juego en dichos puestos.