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El Renault Mégane cumple 25 años

La familia Mégane sustituyó, en su día, al noble y fiable Renault 19

El Renault Mégane cumple 25 años desde su aparición. La familia Mégane sustituyó, en su día, al noble y fiable Renault 19. Su gran novedad fue ofrecer una amplia gama de hasta seis carrocerías diferentes, cada una con su personalidad propia, pero con un alma común.

En los años 80, el presidente de Renault, Raymond Lévy, optó por iniciar una revolución cultural hacia la calidad. Reconocido precisamente en este ámbito, el R19 estableció una base sólida que se reflejó posteriormente en la gama Mégane. “Para tener éxito, debimos por supuesto aprovechar la fama de calidad del 19, pero además ofrecer más prestaciones al cliente, con un contenido más generoso y atractivo”, contó Michel Faivre-Duboz, director del proyecto de lanzamiento de Mégane en los 90.

Para lograrlo, la marca tuvo que aprender a diseñar y fabricar más barato los elementos que conforman la base de un vehículo. En este periodo, Renault se acercó a Volvo. Así, se mandó una misión de observación a la fábrica holandesa que el constructor sueco compartía con el japonés Mitsubishi.

En realidad, lo esencial estaba en Japón. Michel Faivre-Duboz y un equipo pusieron rumbo al país del sol naciente y allí hicieron un descubrimiento sin apelativos: “Su precio de coste era un 30 % menor que el nuestro”. Para comprenderlo, Renault alquiló un Mitsubishi Colt, el equivalente al Renault 19. Si la competitividad no procedía de su concepción, había que buscarla en las compras y la producción con, además, un yen infravalorado.

En este contexto de fuerte competencia se impuso la idea de crear una auténtica familia Mégane, incluido un monovolumen inédito en este segmento: “Pasar del diseño del coche para todos al del coche para cada uno”, recuerda el director del proyecto.

Ahora bien, había que conseguirlo con un presupuesto limitado. Se decidió entonces poner el dinero en aquello que el cliente viese. Basado en la plataforma del R19, Mégane heredaría íntegramente su bloque delantero, además de los motores diésel del segmento F y los motores de gasolina del segmento E. Por si fuera poco, “Mégane y Scénic tienen el mismo salpicadero. Solo se ha sobreelevado e inclinado unos quince grados en el monovolumen”. Como en un truco de magia, nadie vio nada. Este truco que consiste en aprovechar cosas que ya existen se repetiría en el coupé, en el que se recortó el piso lo justo y necesario sin tocar los bloques delantero y trasero.

En cuanto al diseño, cada carrocería tenía su propio diseñador. Ahora bien, para que los seis modelos tuvieran un aire de familia, se optó por la temática gráfica de la elipse que aportaría una unidad contundente al flanco de los seis modelos, cada uno de ellos con proporciones muy diferentes.

Al día de hoy, en que se acaba de lanzar la renovación de su cuarta generación, el éxito de la familia Mégane es incontestable.

Imágenes por: Renault