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Encontraron en Argentina una rana patagónica de 60 millones de años

Fue hallada conservada en una egagrópila fosilizada, según informó el Conicet

Investigadores dela Conicet encontraron una rana patagónica de 60 millones de años, conservada en una egagrópila fosilizada.

Las egagrópilas son bolas de restos alimenticios no digeridos y regurgitados por aves.

La localidad chubutense de Punta Peligro, donde se exponen sedimentos del Banco Negro Inferior de la Formación Salamanca, suele ser muy visitada por equipos paleontológicos, no solo debido a la riqueza y diversidad de su material fosilífero, sino también a que los restos de la fauna que allí se pueden encontrar corresponden a los comienzos de la Era Cenozoica; es decir, la etapa geológica inmediatamente posterior a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno ocurrida hace 65 millones de años -que marcó el fin de la Era Mesozoica-, en la que desaparecieron la mayoría de los dinosaurios junto con tres cuartas partes de los géneros biológicos que habitaban la Tierra en aquel momento.

En aquellas rocas de unos 60 millones de años de antigüedad pueden hallarse distintos grupos de vertebrados, especialmente mamíferos y cocodrilos, que sobrevivieron a aquella extinción y habitaron la Patagonia durante los inicios de la nueva Era.

En 2002, en el marco de una expedición al sitio, encabezada por el paleontólogo argentino Guillermo Rougier -investigador de la University of Louisville (Estados Unidos)-, fueron hallados y extraídos restos fósiles de una rana que se encontraban preservados en una estructura poco habitual. A diferencia de lo que suele ocurrir, los huesos del animal no se hallaban ni separados ni articulados, sino que estaban “anudados” entre sí, lo cual resultaba muy llamativo.

Pese al interés que suscitaba el material, las dificultades que planteaba tanto su preparación -debido a la dureza del sedimento combinada con la fragilidad de los fósiles- como su análisis detallado hicieron que se postergara la posibilidad de hacer una caracterización más acabada del mismo y que quedara pendiente determinar si se trataba o no de una nueva especie.

Finalmente, dieciocho años después de aquel hallazgo, una investigación publicada esta semana en la revista especializada Papers in Palaeontology, coordinada por la investigadora del Conicet en el Centro de Ciencias Naturales, Ambientales y Antropológicas de la Universidad Maimónides (CCNAA,  MAIMONIDES) Paula Muzzopappa, y de la que participaron también otros dos científicos del Consejo, da cumplimiento a esa cuenta pendiente en un trabajo que aporta más información de la que se esperaba en un comienzo.

Dadas las dificultades que imponía el material fósil, Muzzopappa lo llevó a la empresa tecnológica YPF Tecnología (Y-TEC, CONICET-YPF) con el propósito de aprovechar su potentes microtomógrafos para hacerle una microfotografía computada y así poder acceder a los huesos ocultos en el interior de la extraña estructura sin necesidad de desarmarla.

“Yo no me explicaba cómo podía ser que la rana se hubiera conservado de esa manera. Ahí fue cuando apareció Agustín Martinelli, investigador del Conicet en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET) y otro de los autores del trabajo, quien comprendió que el fósil que estaba tratando de estudiar era, en realidad, una egagrópila. Esto explicaba la forma en que habían quedado anudados los huesos de la rana. Saber esto nos permitió seguir avanzando con la investigación con una perspectiva más amplia”, afirma Muzzopappa, quien también es investigadora en la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.

El estudio de los huesos a través de las imágenes del microtomógrafo, permitió concluir que la rana pertenecía a una especie hasta ahora desconocida, emparentada con la llamada rana grande chilena, Calyptocephalella gayi, que actualmente vive exclusivamente en lagunas del centro del país trasandino. La nueva especie fue bautizada como Calyptocephalella sabrosa en virtud de haber sido el “sabroso” alimento de otro animal.

Imágenes por: Conicet