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Lifschitz: el fin de una era que marcó para siempre a Rosario

Con Miguel Lifschitz, Rosario supo romper con el bipartidismo y la Argentina binaria en términos políticos. Un dirigente que veía la jugada antes que el resto

Con el fallecimiento de Miguel Lifschitz se pone fin a un proceso que marcó grandes transformaciones para la ciudad de Rosario. Primero Hermes Binner, luego Héctor Cavallero y ahora Miguel Lifschitz. En menos de un año, el paso del tiempo y la pandemia se llevó a tres destacados intendentes.

En tiempos en que algunos dirigentes políticos robaron vacunas y otros se inocularon a escondidas, Lifschitz decía que iba a esperar su turno para vacunarse. Lamentablemente, el coronavirus llegó antes.

Rosario y Santa Fe pierden un dirigente de los que no abundan. Lifschitz era de esos que tomaban su auto particular un domingo y recorrían la ciudad anotando cada bache, cada luminarias rota y cada calle sin señalizar. Era de los que llamaba a cada secretario en busca de una explicación. Lifschitz estaba entre aquellos que podían caminar entre la gente. Los que amaban la gestión por sobre el escritorio.

Era ese jugador que tenía una marcha más que el resto. Por eso veía todo antes. A modo de ejemplo y como anécdota. Corría el año 2015 y el Frente Progresista va a elecciones internas para la gobernación de Santa Fe. El domingo de las PASO, la sumatoria de votos de Lifschitz y de Mario Barletta no alcanzaba para superar al candidato del PRO, Miguel Torres del Sel.

Concluida la conferencia de prensa y camino al hotel en Santa Fe. Las caras de los dirigentes del Frente Progresista eran elocuentes, pocos imaginaban un triunfo en las generales. Pero entre mucho ceño fruncido, había uno silbando en el ascensor que lo llevaba a su habitación de la capital provincial. Era Lifschitz, que sin emitir palabra a su secretario más cercano le dijo: “Desde mañana volvemos a hacer campaña y a recorrer cada punto de la provincia”, lo saludó hasta el día siguiente y así fue que algunos domingos más adelante ganó la gobernación de la provincia por un puñado de votos.

Lifschitz era eso. Un dirigente al que le sobraba una marcha. Un político que trabajaba 24/7 y que veía la jugada antes que el resto. Por eso la calma ante la desesperación generalizada.

Otro anécdota que lo pinta a Lifschitz de cuerpo y alma es la siguiente. Me tocó trabajar como cronista durante toda su segunda intendencia en Rosario. Una mañana en el Palacio de los Leones presentaba una línea de créditos para la compra de viviendas. En off, tras la conferencia, Lifschitz contaba lo que es una característica de la economía argentina. Las dificultades de la clase media para acceder a un crédito hipotecario. El por entonces intendente de Rosario contaba, en esa ocasión, que él era un inquilino más y que aún con su sueldo de intendente no calificaba para un crédito hipotecario.

Las lágrimas de familiares, amigos, dirigentes, militantes socialistas y una gran parte de la ciudad muestran el dolor por una pérdida irreparable, en lo humano y en lo político. Pero también esconden algo. Una pregunta cuya respuesta se sospecha pero no se anima a decir en voz alta. Cavallero, Binner y Lifschitz, tres dirigentes del socialismo rosarino que marcaron tiempos de grandes transformaciones para Rosario cometieron un error insalvable: ninguno pudo construir un candidato que rompa con su generación y mantenga viva una posibilidad de continuidad de proyecto político por fuera del nombre propio.

La pregunta que sobrevolará cada espacio interno del socialismo una vez que bajen las aguas será: ¿Y ahora qué?. Con la muerte de Miguel Lifschitz el socialismo se queda sin brújula, con mucho pasado, sin presente y con un futuro incierto.

Rosario supo romper con el bipartidismo y la Argentina binaria en términos políticos. Rosario tuvo y tiene respeto por dirigentes como los mencionados en esta columna que ponen a la ciudad en un punto de partida distinto a las generales de la política en todo el país. El rosarino siente cercanía y apego con esta forma de hacer política. El desafío de los dirigentes que están por venir es mantener esta matriz. Un desafío nada fácil en tiempos de focus group, estrategias de marketing, caras bonitas y cáscaras vacías.

Imágenes por: Gobierno de Santa Fe