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Lo que están haciendo las empresas e instituciones de Rosario para ayudar durante la crisis del COVID-19

Muchos dejan de lado su actividad principal para dedicarse a la producción de barbijos, alcohol en gel y respiradores

Una escena de Hollywood puede graficar en 20 segundos la situación de Argentina y de muchos países en estos momentos para conseguir insumos suficientes, con lo que puede aportar cada uno, para que no colapse el sistema de salud ante la pandemia por coronavirus COVID-19.

En la película Apolo 13, protagonizada por Tom Hanks en 1995, hay un momento crítico en que los astronautas deben adaptar un filtro para mejorar el sistema de eliminación de dióxido de carbono y no morir intoxicados en el módulo lunar. A miles de kilómetros, en la ciudad de Houston, en Estados Unidos, intentan resolver ese problema con los elementos que cuentan en el lugar del inconveniente.

Reúnen a técnicos y especialistas y, arrojan sobre una mesa todos los elementos que los tres tripulantes de la nave podrían utilizar para repararlo. Tubos, plásticos, cables y otros objetos son la materia prima. “Con todas estas piezas tienen que encontrar una solución”, es la orden.

Muchas personas de diferentes rubros buscan aportar su granito de arena en la pelea contra la pandemia por coronavirus COVID-19

Algo parecido sucede en la Argentina en estos momentos, se intenta ayudar con lo que se tiene al alcance. En Rosario, existen empresas, emprendedores e instituciones que están haciendo a un lado su actividad principal y utilizan la maquinaria con la que cuentan para ponerse al servicio del sistema de salud, ante la escasez de barbijos, alcohol en gel, kits de seguridad y otros insumos.

La Fundación Usina Social fue una de las primeras en intentar colaborar en esta situación. Donaron telas a distintas localidades de los departamentos San Martín y General López para que puedan confeccionar barbijos, y en la ciudad de Rosario y alrededores llevan adelante un voluntariado de alrededor de 80 personas para elaborar unos 10 mil barbijos en los próximos días.

“Es un insumo que faltó en muchos de los países donde comenzó la pandemia y buscamos colaborar con diferentes hospitales de la ciudad, centros de salud, bomberos y fuerzas de seguridad, que son los que están día a día enfrentando la situación”, detalló el secretario de la Fundación Usina Social, Matías Figueroa Escauriza, en diálogo privado con VIVO247.

La ex ministra de Salud de la provincia, Andrea Uboldi, colaboró en el proyecto para validar la confección de los insumos que serán donados en la ciudad y en las localidades de Villa Gobernador Gálvez y Granadero Baigorria, entre otras.

Por otro lado, la diseñadora María Victoria Collazuol, titular de la marca Victoire Diseños Exclusivos, que lleva más de 12 años confeccionando vestidos, paró su producción de ropa y puso a disposición su estructura para poder desarrollar barbijos principalmente, además de batas y cofias para médicos entre otros insumos.

En diálogo con este medio detalló que empezó a producir cantidades chicas pero la demanda que recibió fue muy grande: “Arranqué porque no quería estar cómoda y quieta en mi casa, pudiendo hacer algo desde mi profesión. Es difícil conseguir la tela friselina, que es la materia prima de estos insumos, pero con lo que vamos consiguiendo pudimos armar miles ya”.

El hermano es kinesiólogo intensivista en un sanatorio de la ciudad y el padre con su empresa metalúrgica colabora en proyectos apuntados a sobrellevar la crisis del COVID-19. Ella quiso sumarse también a la lucha contra la pandemia. “Me encantaría donarlos pero tienen un costo mínimo para cubrir los gastos”, señaló.

“Me escribieron de instituciones, centros de salud, hasta médicos particulares o empresas para sus empleados. Hay una faltante muy grande de barbijos y el poco stock que hay se consume muy rápido. Elaboramos los tricapa de friselina y queremos hacer con las telas Meltblown y Spunbod que son la de los barbijos de sanatorios y hospitales. Además, estamos haciendo los trámites para que esté aprobado por la Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) para no hacer algo que no sirva”, explicó Collazuol.

Otro ejemplo es el de Juan Pablo Kuczer, un técnico electrónico oriundo de Pueblo Esther viviendo en Rosario, que compró una impresora 3D en 2014 para fabricarle una prótesis a su hija y en estos días, la utiliza para fabricar viseras plásticas para donar a centros de salud.

“Una persona de Buenos Aires las empezó a fabricar y le pedí el archivo del producto. Simplifiqué las máscaras para poder imprimirlas más rápido, pasé de una hora y media a 50 minutos por cada visera”, contó.

El grupo Delas, habituadas a confeccionar todo tipo de prendas y marroquinería, advirtió la faltante y decidió modificar su esquema.

En la zona oeste, ocho mujeres emprendedoras y autogestivas producen barbijos y los venden a 24 pesos, en paquetes de 100, 500 y mil. “No buscamos un rédito económico, ni sacar beneficio de una desgracia, sino aportar nuestro granito de arena”, destacaron.

En el colegio San José, un grupo de profesores fabricaron 40 kilos de alcohol en gel para uso de la comunidad educativa, sin fines comerciales, por una iniciativa que surgió de los docentes de físico química y biología.

La Universidad Nacional de Rosario (UNR) también hizo su aporte. A través de la Facultad de Farmacología y Bioquímica producen alcohol en gel para combatir el desabastecimiento. “Vamos a abastecer progresivamente a todas las dependencias de la UNR, y pondremos a disposición del municipio y la provincia para que por sus vías de distribución, pueda llegar a los lugares donde se considere más urgente”, aseguró el rector, Franco Bartolacci.

Además, la UNR financió un proyecto de la empresa Inventu, que son emprendedores de Rosario, para producir respiradores artificiales a bajo costo, que se comenzarán a fabricar a principios de abril.

Imágenes por: Cortesía Pixabay y Freepik