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Los influencers, Martin Cirio y la responsabilidad de las redes sociales

Más allá de lo que determine la Justicia, hay una gran responsabilidad de las redes sociales en el caso de “La Faraona” como en otros

Martín Cirio, conocido como “La Faraona”, logró en horas lo que no había podido conseguir en los años de su retorcida comunicación en las redes sociales. Ser tendencia de forma constante en los medios tradicionales, tener miles y miles de views y recibir comentarios de todo tipo tras detectarse masivamente sus publicaciones de carácter pedófilo.

Martín Cirio es referenciado por un sector del abobinable neo marketing como “influencer”, uno de los términos peor usados y más desafortunados de la industria. Una “cuasi profesión” que comparte con otros personajes de dudosa o insípida capacidad, más centrada en los insultos baratos o la rebeldía torpe (fumarse un cigarrillo de marihuana), que en la de generar contenidos atractivos para la población.

El "Influencer" del neo marketing es una búsqueda marginal de reemplazar al "formador de opinión", aquel referente que uno seguía por su coherencia, trayectoria o puntos de vista en común, título que no era (ni es) fácil de conseguir.

Cirio es acusado de -al menos- apología a la pedofilia. Más allá de lo que determine la Justicia, hay una gran responsabilidad de las redes sociales en el caso de “La Faraona” como en otros. ¿Nadie en Twitter, YouTube o Instagram revisaba los contenidos? Resulta curioso. ¿Con qué criterio Twitter o Instagram le daban el famoso “tilde azul” de cuenta verificada? ¿No hay filtros para chequear qué publican los usuarios?

¿Cualquiera puede publicar cualquier cosa? La realidad es que por una parte no, y por otra parte, sí. Si uno chequea Instagram, podrá encontrar millones de fotos que rozan lo pornográfico, pero son aprobadas. Sin embargo, si uno quiere patrocinar un posteo (porque me ha pasado) y de fondo se ve una botella de alcohol (de fondo fondo fondo fondo), Instagram no la autoriza porque promueve el consumo de esta sustancia o una marca x. Uno debe entonces, apelar, para explicar que uno no está promocionando una bebida… que uno estaba en un hotel, que atrás había un bar y que, claramente, había botellas de todo tipo. ¿Ahí sí, está el filtro de Instagram?. Raro.

No hay necesidad de muchas líneas para volver a preguntarnos, qué hicieron Twitter, Facebook (dueño de Instagram) y Google (dueño de YouTube) para frenar, bloquear, restringir, limitar, los comentarios pedófilos de Martín Cirio, como los mensajes de odio y discriminación que circulan por doquier.

Los funcionarios tienen mucho que trabajar para que haya una legislación que cuide a los usuarios (directos e indirectos) de las redes sociales, como así también quienes están detrás de las mismas.

Más allá de las investigaciones al Sr. Cirio, también es tiempo de que Twitter, Facebook y Google hagan sus propios pedidos de disculpas y cambios en la forma de permitir que los usuarios interactúen. Porque entre la libertad de expresión y la incitación a la violencia o a cometer delitos, hay una distancia enorme. Tan enorme, que no hay excusas para actuar.

Imágenes por: Cortesía vía www.freepik.es/rawpixel-com