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La Universidad Nacional del Litoral (UNL) recibe este año a más de 9.600 estudiantes nuevos que se sumaron a las más de 140 carreras que componen la propuesta académica. Del total, un 60% son mujeres y un 40% hombres, de acuerdo a la información brindada.

En los primeros días de febrero arrancaron los cursos de articulación en todas las unidades académicas, sedes y centros universitarios de la UNL.

Los cursos de articulación son un requisito de carácter obligatorio y no eliminatorio en dicha casa de estudios. Los ingresantes deben realizar cuatro cursos de articulación, dos generales comunes a todas las carreras y dos disciplinares, que varían según la carrera elegida.

Allí, destacan que se pone énfasis en las dificultades propias de la iniciación a la vida universitaria e intentan favorecer un buen ingreso tanto en lo que respecta a los aspectos académicos como a los propios de cada campo disciplinario.

Además, en este mes se puso en marcha la Experiencia piloto 1000/2020, una instancia del Ingreso que propone un trayecto diferenciado, a modo de experiencia piloto, con una duración de tres semanas de cursado intensivo. El programa instrumenta acciones tendientes a redefinir y repensar el sistema de pasaje del nivel secundario al universitario en la UNL.

De la experiencia participan alrededor de 1.300 estudiantes y abarca las siguientes carreras: Ingeniería Ambiental, Ingeniería en Recursos Hídricos e Ingeniería en Agrimensura, Licenciatura y Profesorado en Química, Químico Analista, Ingeniería y Licenciatura en Materiales, Ingeniería en Alimentos y Licenciatura en Física, Licenciatura en Economía, Ingeniería Agronómica, Profesorado y Licenciatura en Letras y Profesorado en Matemáticas, Medicina Veterinaria y Licenciatura en Trabajo Social y Abogacía.

EL SUEÑO DE SER PROFESIONAL
El rector de la UNL, Enrique Mammarella, recordó que “la Universidad Nacional del Litoral es una de las 57 universidades públicas del país y la cuarta en alcanzar los cien años”.

“La UNL tiene una lógica de construcción, de trabajo y de ser propia que la hace diferente al resto. El ingreso a la universidad implica un quiebre, un cambio de pensamiento, de paradigma y de actitud de trabajo. Al inscribirse, los jóvenes decidieron dejar de estudiar por otros para estudiar por sí mismos, pudieron empezar a proyectar el sueño de ser el profesional que quieren y la vida les cambia, les da total libertad para decidir todos los días qué hacer, cómo y cuándo hacerlo”, expresó.

Por último, Mammarella remarcó que “la formación de profesionales no es individual sino colectiva, es un logro de la sociedad, que va a tener más profesionales tratando de cambiar la realidad de nuestro país”.