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No será un lunes igual que los otros, ni un partido como cualquiera, será la despedida de uno de los símbolos máximos de la historia de Newell’s, Maxi Rodríguez, quien volvió en plenitud a vestir los colores Rojinegros, fue campeón, lo salvó del descenso, y fue el abanderado de la famosa “pertenencia” que fue la vuelta de varios ídolos desperdigados por el mundo al Parque de la Independencia.

La charla fue extensa, y la “Fiera” Maxi Rodríguez repasó todos los aspectos de su vida:

Los inicios en Malvinas: “En Malvinas empezó todo, cuando entro se vienen todos los mejores recuerdos, aquí empezaba mi sueño de jugar en la primera división. Me trajo mi abuelo, era muy chico la primera vez, no había cumplido ni siquiera tres años y después siguió con mi vieja, empecé a jugar con las categorías más grandes porque todavía no se había formado la categoría 81”.

La importancia de la familia: “Mi familia me hizo sentir lo que era el amor por Newell’s. disfrutaba mucho jugar en el baby, no tenía como objetivo principal llegar a la primera división, me divertía, la pasaba muy bien, y creo que eso me hizo muy bien. Toda la etapa de Malvinas la compartí con los mismos compañeros hasta que se inició cancha de 11. Los valores eran ser buen compañero, divertirnos e hizo un grupo muy fuerte”.

A quien tenía como ídolo: “Siempre me fijaba en Julio Saldaña, seguramente sería por las posiciones similares que jugaba cuando era chico, porque empecé como delantero, después me pasaron de volante. Él era mi referencia. Fui 9 todo el baby y después me pidieron que vaya más atrás por mis características físicas”.

Cuando Maradona se puso la Rojinegra: “El día que Diego (Maradona) vino a Newell’s fue lo más grande, ese día estaba en la cancha haciendo jueguito y se desplegaron esas banderas largas, solo quería que salga y verlo a él, nos marcó a muchos chicos y para todos los Leprosos será algo inolvidable”.

Los recuerdos de Maxi Rodríguez de chico: “Cuando pasas a Malvinas ya tenés el sueño de llegar a la primera división, debutar con la camiseta que uno quiere esa transición fue linda pero se empezaba a palpitar otras sensaciones. El profe Adrián Busso nos tuvo mucho tiempo, eran como padres para nosotros, también los entrenadores como “Mingo” Becerra, fueron lo que me pusieron el apodo de “Fiera” porque era chiquito y corría para todos lados”.

El día de su debut: “El día anterior al debut no podía dormir, de los nervios y el miedo que tenía, cuando entrás a la cancha decís ya está, cumplí el sueño. Ese día también se dio el primer gol, fue lindo, un pase de Julio (Saldaña) le pego de media distancia y la pelota se termina clavando en un ángulo, fue un festejo medio loco porque doy una pirueta y el primero que me viene a abrazar es Leo Ponzio. Son esas cosas que no las podés creer”.

Su regreso: “Uno veía que el club estaba mal, la institución, con peligro del descenso, tenía un año más de contrato en Liverpool con opción a seguir renovando, tenía chances de volver a jugar a España, creí que en ese momento el club me necesitaba, le dije a mi mujer que nos volvíamos y fue eso, más una corazonada que pensar lo que podía llegar a perder, era lo que me dictaba el corazón. Me costó los primeros meses”.

El salir campeón: “Nos íbamos conociendo todos en la manera de jugar y de pensar, nos adaptamos a lo que era un poco el club, y había tanta calidad en ese plantel que cuando se plasmó una idea jugábamos de memoria, terminamos llegando todos en un nivel extraordinario, casi todos jugábamos mínimo ocho puntos el que entraba la rompía y ese fue el mayor logro”.

El final: “Lo tenía en la cabeza, pero es difícil decir basta, internamente sentí que era el momento, es difícil comunicarlo pero hay que hacerlo y creo que llegó ese momento. Estoy tranquilo con la decisión y lo que quede estos días hay que disfrutar. No tengo en la cabeza lo que voy a hacer más adelante, quiero descansar, estar con la familia y prepararse lo que uno va a hacer”.

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